Todo tiene consecuencias en nuestro estado de salud: nuestra manera de caminar, la posición en la que dormimos o cómo nos sentamos influye en nuestra salud muscular y postural.
Cuando somos más jóvenes no nos preocupamos por esos “pequeños detalles” pero, a medida que pasan los años y los dolores musculares empiezan a aparecer nos replanteamos muchas cosas. Y es que, nuestros músculos tienen memoria y aunque cuando teníamos 20 años podíamos sentarnos de la manera más extraña sin sentirnos doloridos después, una vez que crecemos eso se convierte en una tarea imposible.
Ya nos lo decían nuestras madres: “¡Siéntate bien!” “Ya verás la espalda...” y no podían tener más razón.
Los principales culpables
El estrés, las malas posturas y las horas que pasamos delante del ordenador son los principales factores que favorecen la aparición de contracturas musculares. Y es que, cuando nos tensamos debido al estrés al que estamos sometidos diariamente nuestros músculos también se resienten y cuando por fin conseguimos relajarnos aparecen esos molestos dolores.
Aunque estos no son los únicos desencadenantes; los sobreesfuerzos, las malas posturas e incluso la exposición a corrientes de aire también provocan que nuestra musculatura se resienta. Esa sensación molesta nos acompaña a lo largo del día y nos imposibilita, en la mayoría de los casos, en el desempeño de las tareas diarias.
Pero eso no es todo, y es que el invierno también nos produce contracciones musculares. Posiblemente nunca te habías parado a pensarlo detenidamente, pero seguro que durante el invierno los dolores son más intensos y continuados.
Esto es debido a que el frío provoca que la tensión crezca a nivel muscular debido a la contracción involuntaria de los músculos a causa de las bajas temperaturas. Frente a esta situación, nuestro cuerpo se encoje para intentar mantener el calor. Por lo que es normal que adoptemos posturas involuntarias que afectan a nuestra musculatura, sobre todo la de la espalda.
¿Qué podemos hacer para evitarlas o sobrellevar los molestos dolores?
Seguramente lo primero que te ha venido a la mente ha sido el ejercicio y, realmente, es una buena solución, ya que la actividad física te permite relajar los músculos y mejorar tu salud postural, pero ¡cuidado! porque, a veces, el remedio es peor que la enfermedad.
Cuando decides empezar una rutina de ejercicios es importante que establezcas un calentamiento previo y un estiramiento posterior al ejercicio que has realizado. De esta manera, preparas a tus músculos para el ejercicio que vas a ejercer y los relajas una vez que lo has finalizado.
¿Por qué es tan importante el estiramiento?
Pues muy sencillo, porque evita lesiones. Al hacer ejercicios de relajación muscular, una vez finalizado el entrenamiento, favorece el retorno venoso de los músculos que han tenido que hacer un sobresfuerzo durante el tiempo que han durado los ejercicios. Además, también ayuda al corazón a recuperar su ritmo habitual.
Pero no solo el ejercicio te ayudará a mejorar tus dolores musculares. A continuación, encontrarás varias técnicas que te ayudarán a evitar y mejorar tus contracturas musculares:
• El kinesiotaping. Vale, seguramente por este nombre no sepas a que nos referimos. Pero si te decimos que esta técnica consiste en colocar cintas adhesivas de colores, que se adhieren a la zona dolorida, para evitar y subsanar los dolores seguro que sabes de lo que hablamos. Esta técnica ayuda a relajar los músculos sin necesidad de aplicar presión en la zona dolorida.
• Visitar a tu fisioterapeuta periódicamente. Aunque las sesiones no acostumbran a ser muy económicas debes de ir a su consulta cuando empieces a notar como tus músculos se resienten.
Este especialista es el encargado de localizar esas contracturas e intentar aplicar diferentes técnicas que te ayudarán a aliviar los dolores. A través de masajes en la zona dolorida, enseñándote a corregir determinadas posturas o a realizar determinados ejercicios que te ayudarán a mejorar tu salud estructural.